AA.VV
En la primavera de 1972, un grupo de intelectuales que compartían su oposición a la dictadura idearon una nueva revista, 'El Huevo Duro'. Como los censores no aceptaron el nombre y el huevo no fructificó, hubo que pensar en una alternativa. Fue Chumy Chúmez, ácrata de pensamiento y entusiasta del humor directo, quien encontró la solución: hacer eclosionar el huevo para que diese vida a un animal, a un 'Hermano Lobo'. El 13 de mayo de 1972, la editorial Pléyade, que ya publicaba la mítica revista 'Triunfo', sacaba a la calle el primer aullido de 'Hermano Lobo', con el subtítulo de 'Semanario de Humor', toda una declaración de intenciones que se podría resumir en el refrán "A buen entendedor, pocas palabras bastan". Porque, más que palabras, la revista estaba llena de sugerentes y provocadoras imágenes. Desde el dibujo surrealista de Ops (Andrés Rábago) al irreverente de Chúmez, pasando por Forges o Gila, entre otros, hicieron de la revista mucho más que un medio para reírse de la dictadura; la convirtieron en un símbolo de rebeldía y transgresión. Por eso tuvo tanto éxito. La tirada de 100.000 ejemplares de aquel primer número desapareció rápidamente de los quioscos. En los números sucesivos, la tirada se elevó hasta 150.000, y alcanzó su máximo de ventas con 170.000. La vida del semanario que hoy rememoramos no fue muy larga. Moriría un año después que el dictador, lo que confirmó que su acidez antidictatorial ya no casaba con el nuevo tiempo de transición, o que su fórmula editorial no estaba preparada para resistir la elevada competencia. Sin embargo, su balance había sido mayúsculo. Nada más y nada menos que permitió imaginar otro mundo, otra forma de vida y, sobre todo, otro sistema de valores que hoy llamamos democracia.